Si nos paramos a pensar, resulta que entre los alimentos que pretendemos degustar y lo que ya hemos ingerido hay casi siempre un imperceptible intermediario que pasa inadvertido en estos tiempos de prisas y estrés en las cocinas modernas.
Y, sin embargo, los cubiertos con los que comemos influyen tanto en lo que nos llevamos a la boca que resulta conveniente prestarles algo más de atención.
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